1752 – El nacimiento de Villa Favorita: entre milagro y esplendor barroco
En el corazón del campo de Noto, en una tierra aún marcada por el devastador terremoto de 1693, nació en 1752 Villa Favorita. Deseada por Don Pignatelli Aragona Cortés, marqués de Avola, fue confiada a Don Fausto Falconara como recompensa por su dedicación a la noble causa.
El arquitecto Paolo Labisi, figura clave de la reconstrucción del barroco tardío del Val di Noto, diseñó la villa como un monumento único a la elegancia clásica. El entorno y la luz de Sicilia sirven de escenario teatral. Villa Favorita se convierte en testimonio vivo y símbolo duradero.
Entre nobleza y poder
Finales del siglo XVIII – El poder aristocrático y la influencia borbónica
Mientras Europa siente los primeros vientos revolucionarios, Sicilia sigue bajo el control borbónico. El poder está en manos de familias nobles que gestionan la tierra y la gente. La villa se convierte en símbolo de estabilidad y distinción.
Aquí se cruzan historias de nobleza: matrimonios concertados, alianzas familiares y una fuerte identidad. Villa Favorita es testigo de un mundo a punto de cambiar.
Un nuevo siglo, una nueva familia
1800–1900
El siglo XIX es una época de cambio. Tras los primeros años de 1800 y 1848, y con la unificación de Italia, Sicilia pasa a formar parte de una nueva nación. Las grandes propiedades nobles se venden o transforman. En este nuevo contexto, Villa Favorita es adquirida por la familia Di Lorenzo, barones de Granieri y marqueses del Castelluccio.
Entre los muros de Villa Favorita, en el paso entre dos siglos, toma forma una historia completamente femenina.
Giulia Dejean, nacida en 1850 en Noto de un padre francés naufragado en las playas cercanas, se casa en segundas nupcias con Giovanni Di Lorenzo Cannizzaro, marqués del Castelluccio. Los marqueses eligen el Feudo Falconara como su lugar predilecto y rebautizan su casa de veraneo como “La Favorita”, donde pasan los meses más calurosos.
En 1882, construyen el ala contigua, que será conocida como Villa Granieri, ampliando el complejo y reafirmando su papel social. El paisaje circundante sigue siendo agrícola, con cultivo principalmente de algodón, pero la villa refleja la elegancia de un mundo aristocrático que lucha por resistir al paso del tiempo. La marquesa es una de las primeras en plantar viñedos en la zona y administra con éxito todas las propiedades de su esposo, quien prefiere dedicarse al juego.
Segunda Guerra Mundial
1932–1990
A su muerte, en 1932, deja la villa a su sobrina Corinda Bona, esposa de Enrico Giunta, barón de San Giacomo. Una decisión no solo familiar, sino también cultural: un acto de transmisión de valores, identidad y memoria.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la villa fue saqueada por los soldados y todos los muebles de estilo napoleónico fueron destruidos. Solo se salvaron dos piezas, una de las cuales aún se conserva en el vestíbulo.
La propietaria, apenada por no poder utilizar la casa como residencia de verano, decidió que nadie volvería a poner un pie allí: hizo tapiar puertas y ventanas, sellándola completamente. El desembarco de los aliados tuvo lugar precisamente entre las costas de Pachino y Siracusa.
El siglo XX trae consigo la guerra, la emigración, la reforma agraria y la transformación de la sociedad siciliana. Las grandes residencias aristocráticas, como Villa Favorita, parecen destinadas al olvido. Pero la villa resiste. Silenciosa, inmóvil, sigue custodiando los recuerdos y las huellas del pasado.
Guerra, espera y renacimiento
Desde 1995 hasta hoy – Un silencio de décadas y el renacimiento
Tras la muerte de su padre Enrico a finales de los años 90, Vincenzo Giunta, junto con su esposa Ada Gulisano, inició una cuidadosa restauración de la villa, ya en ruinas, bajo la dirección del arquitecto Salvatore Ferlito.
La intervención sacó a la luz la estructura original, los materiales y las geometrías. Fue un acto de amor hacia el patrimonio familiar, pero también hacia la cultura del territorio.
Hoy en día, Villa Favorita está viva, habitada, amada. Es propiedad de Corrada Giunta, heredera de una larga genealogía que ha atravesado siglos y transformaciones. La villa se sitúa en un contexto reconocido a nivel mundial: el Val di Noto, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y símbolo de la belleza barroca siciliana.
Entre arquitectura, paisaje y memoria, Villa Favorita sigue contando la historia no solo de una familia, sino de toda una región. Sus piedras, sus jardines y sus salones aún hablan — para quien sepa escuchar — con una voz clara y fascinante.